No me gusta mucho hablar de mí y mucho menos de mi pasado. Creo que el pasado vivido está y lo importante es lo que soy ahora, y lo que hago ahora. Qué importancia tiene empezar a decir que a los cuatro años ya montaba, si en realidad todo empezó hace dieciocho años atrás. Cuando conocí a Lucy Rees, ella me abrió la puerta que me guiaría en mi camino con los caballos y ahora me doy cuenta que este camino no tiene fin.
Durante estos años he conocido a mucha gente que trabaja con caballos y de todos ellos he aprendido, como de mis buenos amigos Abel Ibañez y Teresa Gamonal. Pero la segunda persona que me ayudó es Ricard Roselló, maestro herrador y podólogo. De él aprendí el arte del herraje y de la podología. Él me enseñó la importancia de un aplomo correcto para que el caballo pueda moverse con más fluidez y armonía. Descubrí la importancia de la biomecánica del caballo.
La tercera persona más influyente es Peggy Cumings, creadora del método conecting riding (equitación conectada), la conocí gracias a mi amiga Melín Farriols, mi profesora de equitación conectada. De la mano de ellas descubrí lo que significa montar a caballo y entendí el significado de la palabra binomio, entre caballo y jinete. Un mundo de sensaciones difícil de expresar.