Sabe transmitir amor y me hace bien. Debo hacerlo público y notorio, si la belleza fuera un momento, la suya sería una eternidad. Adoro su paz, la amistad que me brinda, dulzura y candor. Nos enseña a valorar las cosas más sencillas, porque ellos viven el presente, siempre consecuentes en el aquí y el ahora. Es un placer estar con él, porque nunca te juzga.
Este arraigo y confianza ha calado en mi corazón y me hace defenderlo a capa y espada.