Me gustaría pensar que estoy aquí para ayudar a los caballos, pero realmente son ellos que están aquí para ayudarnos a nosotros. Llevo veinte años dedicados a la Doma Natural. He conocido a cientos de caballos, he escrito un libro titulado “El caballo, entendimiento y respeto”. He realizado un cortometraje “Un sueño, un homenaje a los caballos y a los indios”. He creado mi propio método “Doma Educativa” y llevo quince años realizando cursos. Sin embargo, cada día que estoy con ellos me dan algo nuevo.
Mi vida cambió totalmente cuando decidí dedicarme a aprender de los caballos. Sí, he dicho bien, aprender de los caballos. Porque eso es lo que he estado haciendo. Al principio sin darme cuenta iban influyendo en mi vida, cambiando poco a poco mi forma de ver el mundo y de vivir en él. Pasado unos años me percaté que cada vez vivía más el presente, disfrutaba del momento sin importarme el mañana. Hacía tiempo que me había despojado del reloj, me lo quité casi inconscientemente. Cuando estoy con los caballos el tiempo (como decía Einstein) se convierte en algo relativo. Nunca soy consciente del tiempo que pasa y la verdad es que no me importa. Hace ya algún tiempo que me di cuenta, que son los caballos que me han guiado hasta lo que soy ahora y espero y deseo que sigan ayudándome en mi camino.
Con los caballos el tiempo se convierte en algo relativo
Cuanto más los conozco y más los entiendo, más me doy cuenta de lo buena gente que son.
Intentan evitar los conflictos por todos los medios, hasta que su desesperación al no ser escuchados los convierten en caballos defensivos, en caballos problemáticos para nosotros.
Pero cuando los escuchas y se dan cuenta que para ti, no son máquinas, sino que son seres vivos con alma y vida propia, deseosos de ser entendidos y escuchados, entonces te entregan su corazón.
Un corazón puro que lo único que busca es ser tu amigo.
No importa la altura, la raza o el color, ellos siempre buscan la paz. Odian la dominancia, aunque venga dada por otro caballo, lo evitan a toda costa. Eso es lo que harían con nosotros cuando los tratamos con dominancia, si les diéramos la oportunidad, correrían sin mirar hacia atrás.
Siento que les debo mucho, aunque ellos jamás me han pedido nada a cambio, esto es exclusivamente mío. Pero cuando me encuentro al cabo de un tiempo con alumnos que han participado en mis formaciones y me explican cómo han cambiado sus caballos, esto me hace feliz y me motiva a seguir luchando por los caballos. Aunque en realidad no son los caballos que han cambiado, son ellos que los miran y los trabajan desde otra perspectiva y por supuesto, los caballos lo agradecen y les responden en concordancia.
